La Noria

No sé qué pasa, que no puedo. No se qué me lo impide, pero no soy capaz... Me siento, tecleo, borro, reescribo, vuelvo a borrar. Cerrar sesion. Me entra la impotencia. Me acuesto, me duermo, maniana serà otro dia. Asi, como quien no quiere la cosa, se han escurrido estos ultimos seis meses. Medio anio ya...
El problema es que nunca sé como empezar, qué decir para atraparte, para llevarte hasta mi mundo, alli donde alboroto, torpezas y ganas de vivir se atropellan hasta dejarme sin fuerzas de tanto que vibran en mi. Sé de sobra cual es el problema, pero la solucion que le encuentro me gusta aun menos. Es uno de esos casos de "ni contigo ni sin ti" que, cuando terminan (y solo entonces), me dan pista libre al entendimiento, y esta vez, contra todo pronostico y sin consejo que valga, me he dado cuenta de que "contigo" es mejor. Si te has sentido asi en alguna ocasion, ya sabes lo que viene (es irremediable), y llegado este punto solo te quedan dos opciones posibles : la primera y mas tonta es dejarla escurrir tranquila, sincera, limpia; la segunda es hacerte la valiente, la dura, como a ti te gusta. Yo puedo con ésto y con màs, que para éso tengo tablas. Seguramente decidas guardartela para ti, miraràs al techo, respiraràs hondo, y te convenceràs de lo fuerte que eres. Parece mentira pero a menudo contener una lagrima es un esfuerzo sobrenatural, como si alguien la estuviera empujando, como si un gran temor corriera detràs de ella...o quizas es que una incomprensible y ridicula verdad le acaba de dar sentido a su corta y ligera vida. Pero tu la retienes, te cueste lo que te cueste, y todo para acabar estallando dentro de unos cuantos dias, cuando menos te los esperes, sin saber si es porque te ha venido la regla o porque el tiempo se ha puesto tonto y tu con él. Zigzagueas, de izquierda a derecha, de contenta a triste, de encantadora a infernal. Algo te falta, y lo sabes. Las cosas van bien, solo por el hecho de que no van mal. No te puedes quejar, pero te enciendes otro cigarro a pesar de que el ultimo lo apagaste con mezcla de rabia y asco. Miras el reloj y te preguntas qué estarà haciendo ahora, y por qué no, piensas en donde estabas a esta misma hora hace un anio. Nos encanta machacarnos. Es ese toque agridulce sin el que, al menos yo, no soy capaz de vivir. Engancharme aunque sea a zarpazos a esta noria incesante, porque cuando estàs ahi arriba el vértigo se convierte en un dulce cosquilleo, y merece la pena. La vista es increible, y lo mejor es que nadie màs que tu puede verla con esos ojos de orgullo, o de gata, o de ninia perdida, o de mujer desamparada. De lo que sea. Eras tu. En carne y hueso. Alli estabas, alli creiste. Alli, a cientos de metros de altura, en medio de la nada, encontraste respuestas, y (mejor aun) dejaste para otro momento las preguntas. Incluso te podrian borrar la memoria, que no olvidarias lo que sentiste aquel dia. Fuiste tan feliz, tan verdadera durante unos instantes, que, mientras caias, a una velocidad que ni los màs listos podrian calcular, y de una forma tan extrania como rotunda e irreversible, sonreias sin saber por qué, gritabas de puros nervios, del coraje de lo que a ciencia cierta no va a volver, y en cuention de segundos la palabra "felicidad" cobro sentido.
Despues... despues no es que seas infeliz, solo es que eres un poco menos feliz de lo que fuiste cuando tocaste el cielo (lo cual es comprensible tambien), y lo que evita la muerte subita del descenso es el hecho de ser consciente de que volveras a pasar una y mil veces por lo mismo, siendo distinto cada vez. Siempre lo mismo pero nunca igual (para ironias, la vida).




(Si tu savais comment tu me manques... )