Con acuse de recibo

Un día deberíamos sentarnos cara a cara, el lugar lo elijes tú. Supongo que pensarías en algo discreto, que no se nos vea mucho, pero yo había pensado más bien en el mirador, me encanta esa vista de Granada.
No me preguntes porqué (nunca he sabido las respuestas), a mí también me ha sorprendido, yo creía que me iba a la tumba sin que llegara este momento. Lo más sensato que puedo decir es que los astros han debido conjurarse para que me atreva a pedirte que me cuentes lo que callas tú también desde aquel día, demostrarnos que somos capaces de mirarnos fijamente y hablar como los adultos en los que nos hemos convertido, y perdonarnos del todo, que seguro que nos viene bien. Y es que hacía tanto tiempo que no había vuelto a abrir la puerta que me llevaba a aquel Agosto, que no recordaba que se hubieran quedado tantas preguntas sin repuesta ahí encerradas, como si nada. Mucho me temo que esta vez el remedio no es el olvido, si no las palabras, la sinceridad en estado puro, que he oído que es mano de santo para los que se hirieron daño de por vida y se reconciliaron sobre tierra mojada.
Es ahora, o nunca, Jai.

Leyenda de los dos amigos en el desierto


(Introducción)

Dice una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto. En un determinado punto del viaje discutieron, y uno le dio una bofetada al otro.
El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: "Hoy mi mejor amigo me ha pegado una bofetada en el rostro".
Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde decidieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra: "Hoy mi mejor amigo me ha salvado la vida".
Intrigado, el amigo preguntó: "¿Por qué después de que te lastimé escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?". Sonriendo, el otro amigo respondió: "Cuando un gran amigo nos ofende, debemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado, cuando nos pase algo grandioso, debemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo".


(Nudo)
A veces me siento a escribir y de tanto que siento no sale ni una sola palabra (de ahí la leyenda árabe). Y es que no sé en qué momento cambié, me hice así, como ahora, mírame, que aunque no me veas tú eres capaz de saber lo que hay dentro de mí. Si algo me queda es la nostalgia, que podría decirse que es una mancha de nacimiento sólo por lo que dejé de tener al existir.
A menudo me pregunto si me preferías antes, y muchas veces me respondo que sí, no me queda más que admitir que esto no estaba en nuestros planes de adolescentes. Me he hecho una cobarde, no hay otro término, llevo el olor de los que huyen, de los que callan porque no saben hacer nada mejor, de los que corren en sentido contrario, de los que salen a la calle y se preguntan si será la última vez. Una sonrisa, un beso en la mejilla, alguien que me dé las gracias a lo largo del día, que esté orgulloso de mí, que me diga que no lo estoy haciendo tan tan mal... Me conformo con tan poco que...que resulta que lo desde pequeña me han inculcado ahora es mi mayor defecto (and sometimes you close your eyes and see the place you use to live when you where young).
Supongo que soluciones habrá sólo es que no sé hasta qué punto confío en ellas. Y en este caso no tengo miedo del fin, si no del principio del después. Una señora avalancha y yo vestida de playa.


(Desenlace)
Lo veo venir, pero no, yo no quiero éso. Quizás de lo demás no esté segura, pero de esto sí, yo quiero con él. Puede que sea una estupidez pero hoy he visto que no era el fin, que somos capaces de superarlo, que nadie se quiere más que nosotros, que nadie está hecho el uno para el otro como él y yo.... No te rías, no soy cursi, tú también lo sentiste hace no tanto, seguro que me entiendes, siempre lo has hecho, hasta que ya no puedas más, como lo haré yo, hasta el final de mis días, que nunca daré suficientes latidos como para agradecer tu presencia aqui o en Pekín.


(Conclusión)
El caso es que no sé si son los celos (sanos, por supuesto) siempre que te miran a ti, o el orgullo que siento al saber que te han dado una beca que ningun hijo de vecino a recibido jamás, o la impaciencia hasta que el lunes te traiga consigo... Todo me dice que no tienes precio.