Último Post del Año

A falta de quince minutos para las campanadas, y con el jaleo de la Puerta del Sol resonando en todas las casas de España, doy las gracias, porque a pesar de que este año he sufrido más que ningún otro a nivel personal y mi vida ha dado un vuelco de muchos grados (para qué contarlos, quizás sólo me haría más daño), me he dado cuenta de que no estoy tan sola, que tengo mucha gente a mi alrededor que se preocupa y que me ha demostrado que éso no era más que una etapa en la vida de cualquier persona.
El día menos pensado ha llegado, he dejado de estropearme el maquillaje, y si te recuerdo es con ternura pero sabiendo que hice lo que debía. Estoy orgullosa de mí, y me voy que suenan los Cuartos!! Feliz Año Nuevo!!

Por Favor

Dame una ilusión a la que aferrarme, que pueda por fin soltar este clavo ardiendo que desde hace tres meses me hace llagas en el corazón. Que pueda sentir lo bella que es la vida y no este vacío intenso, inmenso, sin fin.




Serrat cantó un día...

Debían ser las tres y media de la tarde, más o menos es a esa hora cuando llego a casa los días que tengo turno partido, como hoy. He salido del metro Hauvre-Caumartin por el acceso de siempre, porque, con riesgo de que suene estúpido, nunca entro y salgo por la misma puerta, el motivo no lo sé: siempre entro por la misma, y siempre elijo (bueno, ya es por inercia)para salir la que da a la esquina de Gap. El caso es que caminaba mirando a las musañaras, con las lágrimas estropeandome el maquillaje (seguramente algo me había recordado a él, qué raro). Yo estaba como buena ciudadana esperando a que el semáforo cambiara de color y me dijera Allez ma cherie, maintenant tu peut!, y entonces la distinguí entre los montones de periódicos y revistas de moda propios de un kiosko. No sé si alguna vez se interesó por la ciencias de la información, y no tiene pinta de ser una atrevida reportera integrándose entre los fríos parisinos, con el frío de París, por un suculento salario a fin de mes. De lo que no tengo duda es de que ella tiene algo que decirte, supongo que por éso redactó (espero no haga mucho) en un Boletín No Oficial J'ai faim, aidez-moi SVP. Según me iba acercando, y a medida de que me daba cuenta de lo egoista y cínica que puedo llegar a ser llorando a mis veintidos años por las nimiedades del corazón (aunque cómo duelen a veces, todo sea dicho de paso), se ha ido ralentizando mi paso hasta darme cuenta de lo afortunada que soy a pesar de que me empeñe en no ver brillar la luz del día y de poner su perfume en mi almohada.
Debe tener mi edad, y la puedes ver acurrucada con su cachorrito, mirándole como susurrándole no te preocupes, yo estaré contigo pase lo que pase. Siempre esa misma expresión de si estoy aqui es porque quiero seguir viviendo y no dejar de ver la luz del sol brillar. Cuando llegué a su altura decidí que esta misma tarde me acercaría a ella y le preguntaría si tenía hambre, a lo que ella me respondería que sí, y yo cumpliría mi propósito de invitarla a comer, todo lo que quisiera, hasta postre (que siempre animan). Quería agradecerle que me haya hecho darme cuenta de que en realidad no soy quién para quejarme, que los hay que están peor, mucho peor. Y, para aquel entonces, yo había dejado de llorar.
Pocos minutos después, he llegado a mi portal, he marcado el código y empujado la pesada puerta, y he subido corriendo las escaleras hasta el segundo derecha. Pero una vez dentro me lo he tomado con algo de calma, y me he cambiado de ropa sin estress y hasta he puesto la lavadora pensando en que cuando vuelva de Milán el jueves por la noche será demasiado tarde y no se me va a secar la ropa del trabajo, aunque éso sí, yo repasando una y otra vez cómo iba a acercarme a la chica Gap. Y ha pasado lo que a mí no se me había pasado por la cabeza: que se hubiera ido. ¿Cómo iba yo a pensar que se iba a ir? ¿A dónde? ¿Qué iba tenía mejor que hacer que esperarme a que la invitara a comer? ¿Y si le ha pasado algo?. No, más bien parecía que se había mudado, no he visto rastro alguno ni de ella ni de su cartón pidiendo ayuda, y mucho menos del cachorro. Y me he quedado cual imbécil andando hacia arriba y hacia abajo a ver si aún la encontraba. Pero nada, he tenido que volverme a casa desconsolada porque ni siquiera he sido capaz de ayudar a alguien que no tiene más que un perrito, a alguien que si tuviera algo que llevarse a la boca se lo daría de comer antes a él que a ella misma.
Finalmente la conclusión que me queda es que, un día más, no he hecho nada por ella, pero creo que hoy he aprendido una de esas cosas que no se olvidan en la vida, y me he dicho menos mal que reciclo que si no me sentiría como una verdadera mierda.

No sé su nombre y no sé si hace falta, pero no se va a escapar, necesito decirle gracias.




Harto ya de estar harto, ya me cansé
de preguntarle al mundo por qué y por qué.
La Rosa de los Vientos me ha de ayudar
y desde ahora vais a verme vagabundear,
entre el cielo y el mar.
Vagabundear.

Como un cometa de caña y de papel,
me iré tras una nube, pa' serle fiel
a los montes, los ríos, el sol y el mar.
A ellos que me enseñaron el verbo amar.
Soy palomo torcaz,
dejadme en paz.

No me siento extranjero en ningún lugar,
donde haya lumbre y vino tengo mi hogar.
Y para no olvidarme de lo que fui
mi patria y mi guitarra las llevo en mí,
Una es fuerte y es fiel,
la otra un papel.

No llores porque no me voy a quedar,
me diste todo lo que tú sabes dar.
La sombra que en la tarde da una pared
y el vino que me ayuda a olvidar mi sed.
Que más puede ofrecer
una mujer...

Es hermoso partir sin decir adiós,
serena la mirada, firme la voz.
Si de veras me buscas, me encontrarás,
es muy largo el camino para mirar atrás.
Qué más da, qué más da,
aquí o allá...

Mensaje en una botella

Si yo tuviera la paciencia y tú tuvieras el tiempo para sentarte a escuchar...
Si a mi no me remordiera la conciencia y contigo no pudieran las barreras...
Entonces quizás.

Si me atreviera a mirarte fijamente a los ojos y tú llegaras a hablarme...
Si sonara mi canción favorita y tú te acercaras porque no consigues oirme...
Entonces quizás.

Si un buen día yo me levantase bien y tú decidieras que ha llegado el momento...
Si yo consiguiera dormir ocho horas de un tirón y tú te cansaras de mirar hacia otro lado...
Entonces quizás.

Si me quitara la careta y resultara que tienes ganas de abrazar a alguien fuerte fuerte...
Si tuviera la oportunidad de salir ilesa y tú desenfundaras todo lo que tenías que decirme...
Entonces quizás
ésto tiene que pasar.






Hasta perro tuve


No pedí salud, ni fortuna, ni éxito.
No pedí por mi familia, ni por mis seres queridos, ni por los de más allá.
No pedí ni por la paz en el mundo ni por los que mueren solos.

No pedí recuperar lo perdido, ni encontrar el tesoro del Louvre.
No pedí tener suerte, ni perder mi vértigo, ni ser especial.
No pedí ni por la capa de ozono ni por la escasez de agua en mi país.

No pedí unos zapatos nuevos, ni un viaje en tren.
No pedí ser alguien, ni ser más lista, ni más fuerte.
No pedí ni aprender a tocar el piano ni entender a Nietzsche.

No pedí ser traductora algún día, ni conocer al que dice ser mi padre.
No pedí ser querida, ni apreciada, ni importante para nadie.
No pedí que las cosas fueran bien... porque parecía que no podían ir mejor.

Aquel día cumplía veintidos años, y sólo pedí cumplir mis veintitrés contigo.



Ahora que se va acercando la fecha me asusto de las vueltas que da la vida y lo celebro con lágrimas y con altas dosis de pesimismo, que otra cosa no tendré, pero ganas de llorar todas y más.
Da igual el momento o el lugar, tu recuerdo me perturba.

El día y la noche

EL DÍA

- Petite, hoy te encargas hoy de 30 y 100, y cambiamos un poco, a ver qué tal se te da, ¿te parece?. Ya sabemos de antemano lo que quieren, así que no te preocupes, que te echaré una mano. La 102 está reservada para tres y en la 33 tendrás seis hacia las doce y media. Presta atención a los caballeros de la 102, vienen desde hace muchos años casi todos los días y lo quieren todo perfecto. No queda salmón ahumado y el plato del día es pato en su jugo con mousse de patata dulce. Venga, a por ellos. Christophe, ayúdala a preparar las mesas.
- Sí, claro, ¿te ayudo con las copas?
- Vale, empiezo con las del 100.
- Te sigo.

[...]

- Oye ¿cuánto llevas trabajando aquí?
- Van a hacer dos meses ¡pero diría que han sido sólo tres semanas!, ha pasado el tiempo tan deprisa... Tengo la sensación de que lo único que hago es estar aquí. El sueldo no está mal, pero a veces no sé si me merece la pena.
- Jajajaja, créeme que te entiendo.
- ¿Y tú qué? Que no hablas mucho parece. ¿Te gusta ésto?
- Bueno, en comparación a lo que he visto, este sitio está bastante bien, nunca había tenido unos jefes tan agradables, que no te griten por todo, ya sabes...
- Es que hay mucho dinero en juego, y ahora con las vacaciones no estamos haciendo muchos cubiertos... A los que mataría algunas veces es a ciertos clientes, hay algunos que te dices "pero de dónde han salido?"(risas de asentimiento). ¿Sabes que el otro día una clienta me hizo untarle la mantequilla en la tostada? Yo aluciné. Me pregunto quién fue el primer imbécil que accedió a éso y que ahora todos se lo tenemos que hacer.
- ¡Qué dices!No me lo puedo creer...¿es que no tiene manos o qué?
- Claro que sí, pero ya ves, no le gusta manchárselas. Encima como debí poner cara de sorprendido me dijo que no me preocupara, ¡que me daría propina!.
- Joder qué poca vergüenza, ¿no?, ¿y se la untaste en serio?.
- Se lo dije a Eric y me contestó que no es tan mala como parecía, que se la untara y que así me dejaba tranquilo. ¡Fue tan humillante!¡ ¡Tenía ganas de decirle que en el bistro de al lado las tostadas están mejor!
- Espero no tener que sevirla nunca porque yo con esa gente tengo muy poca paciencia...
- Pues viene muy a menudo, hacia las 10, ¿nunca la has visto?. Bueno parece que tengo gente en mi sección.
- Tranquilo, yo termino.

(Horas después)

- Llevo toda la mañana observándote y...
- ¡Qué bien! jajjaja ¿y cual es el motivo de tanta observación?
- Por ver cómo eres, nada más, ¡y me he dado cuenta de que eres realmente maniática! Con tus servilletitas siempre debajo de la taza, la cucharilla justo al lado del asa, las galletitas siempre con la insignia hacia arriba... Todo bien pensado y cada cosa en su sitio.
- Vaya, no estás lejos, la verdad, jajaja. Sólo pienso que los detalles lo son todo. Hacen distinto un restaurante de otro, e incluso hacen distinto un día de otro.
- Supongo que es porque no trabajamos mucho juntos, no sé, simplemente me preguntaba quién eres.
- Bueno, tendré que contestarte más tarde ¡que tengo los platos de las viejitas de la 37!
- Sí, claro, cuando puedas ¿eh?

(En una pausa)

- Ei, ¿qué tal ha ido?¿te han mordido?
- Pues la verdad es que ha sido más bien tranquilo, se nota que hay menos jaleo que otras semanas. Ademas la 33 ha anulado, asi que he tenido bastante tiempo para ocuparme de la 102, y de hecho creo que hasta les caigo bien, ya les había visto más veces, aunque nunca se han sentado en mi zona.
- Ya, siempre se ponen en ésa, al lado de los radiadores.
- Como reyes ¿eh?. Bueno, no puedo quejarme, han sido bastante amables, hasta nos hemos echado unas risas. A mí me gustan los clientes asi: que sean exigentes, que no se dejen dar gato por liebre (¿cómo se dirá éso en francés?). Vamos, que no se dejan engañar, pero que si estás a la altura responden bien.
- Hombre a veces te puedes confundir o olvidar algo y hay algunos que hacen un mundo y se piensan que sólo están ellos...
- Sí, estoy completamente de acuerdo, pero bueno, los señores de la 102 han sido super agradables, ¡y éso es raro!
- ¿Tienes turno partido?
-Sí, acabo en veinte minutos, y luego vuelto a las ocho.
- Ahh pues ya no te veré, termino a las cuatro y media. Mañana trabajo otra vez de mañana, así que te dejo esta noche para qué pienses bien lo que me vas a responder cuando te pregunte que quién eres.
- ¡Sólo una noche! Mi cabeza está patas arriba, no sé yo si en tan sólo una noche podré ponerla en orden ¿eh?
- ¿Sabes lo que viene bien en esos casos?
- Sí, lo sé
- Jajajajaja, no éso no, bueno también, jajajaja. Yo hablaba de cerrar los ojos y no pensar en nada.
- No se puede "no pensar en nada"
- Claro que se puede, y cuando no hay nada que te atormenta estás en paz, aunque sea sólo por unos instantes. Ya me lo contarás mañana.
- Lo intentaré...


LA NOCHE

Por supuesto, no lo conseguí. Ni siquiera me atreví a cerrarlos, porque ya sé lo que pasa y sé aún mejor lo que viene después. Asi que mis ojos se cerrajon una vez que mi cuerpo no dio más de sí, pocas horas antes de que sonara la alarma. Y así un día tras otro, sin detalles que valgan, ni perdón, ni marcha atrás.

A veces tengo la sensación de que no puedo más...


Dime por favor dónde no estás, en qué lugar puedo no ser tu ausencia, dónde puedo vivir sin recordarte, y dónde recordar, sin que me duela.
Dime por favor en que vacío
no está tu sombra llenando los centros, dónde mi soledad es ella misma, y no el sentir que tú te encuentras lejos.
Dime por favor por qué camino podré yo caminar, sin ser tu huella; dónde podré correr no por buscarte, y dónde descanzar de mi tristeza.
Dime por favor cuál es la noche que no tiene el color de tu mirada, cuál es el sol que tiene luz tan sólo, y no la sensación de que me llamas.
Dime por favor dónde hay un mar que no susurre a mis oídos tus palabras.
Dime por favor en qué rincón nadie podrá ver mi tristeza, dime cuál es el hueco de mi almohada que no tiene apoyada tu cabeza.
Dime por favor cuál es la noche en que vendrás para velar tu sueño, que no puedo vivir, porque te extraño, y que no puedo morir, porque te quiero.


Sí, de Borges, y tuya, y mía, y nuestra.
Igual que mis sueños, sobre ti, conmigo, de nosotros.


Carta a un viejo amigo

Pues sí, en estos últimos dos meses muchas cosas han cambiado, ha habido toda una revolución, y aún hoy se me puede tachar de convaleciente, aunque a lo mejor a ti ni te sorprende si es que me recuerdas como la chica que siempre quería salir a tomar algo. Aquellos eran otros tiempos, me sobraban energías, el dinero se me derretía en los bares y en las tiendas de Preciados y dormía con la sonrisa puesta (o así me recuerdo yo, aunque ambos sabemos que cuando miramos los problemas desde la perspectiva del paso de los años, se minimizan hasta tal punto que ni los recordamos, y quizás por éso sólo me viene a la cabeza lo bueno). La última vez que me viste ya había cambiado algo en mí, y la verdad es que tenía tantas ganas de aquel cambio de rumbo en mi vida que salimos a celebrarlo como mejor se me daba: de cañas por huertas. Recuerdo que nos despedimos en la calle del Embabia (no podía haber un lugar más mío) y que a los pocos días me enviaste un mensaje del que me he acordado nada ver más ver tus noticias, y que resulta que aún tengo.

Me sty tmand 1a copa,xa tratar d intntar asimilarl..n fin n s q dcirte...q m alegr un mnton x ti,xq t lo mereces..aunq buen m kda la duda d si t ubiers dspedid d mi sin hbert yamad yo primer,je.. n t creas q t vas a librar d mi,xq tng 1 buena excus xa volvr a Paris. [... ]

Desde entonces he tomado clases de serenidad, de prudencia y de saber estar, y me he lanzado a la piscina y he acabado hablando francés. Por cambiar ha cambiado hasta mi pelo, que de corto y con flequillo como lo viste ha pasado por unas extensiones que me quedaban de lujo, y después por un tinte castaño rojizo que no resultó tan mal, y ahora he decidido darle un respiro y lo vuelvo a tener de mi color, y largo, esta vez fruto del tiempo. Ha cambiado mi carácter también, seguro que me entiendes si te digo que al estar fuera de casa muchas veces te tienes que quedar con la rabia dentro y bajar la cabeza, pero una vez que pasas el primer choque cultural, Paris te atrapa. Huele a melancolía en Picpus, se recuerdan viejos tiempos en Charles de Gaulle- Etoile. Se hacen pique-niques en Parc Floral, suena el rock en la Villette... Anvers te recibe con óleos y sus calles bullen de gente normal. La Conciergerie me decepcionó, la verdad, pero hay pocas cosas como un paseo por la granja de Maria Antonieta y admirar el atardecer sientiendo el paso de los siglos. Y todo por él, que yo le decía que me enseñara Paris pero en realidad lo que más me apetecía era ir a su lado, y le pareció bien la idea y nos enamoramos en la ciudad del amor sólo para demostrar a los incrédulos que es posible. Desde hace tiempo mi cabeza ha cambiado al chip francés, canturreo en un idioma que no es el mío

Si loin de toi, j'toublie pas
Où je vais je te vois
C’est comme si, t’étais là
Près de moi
Je t’ai dans la peau et Dima
Je pense à toi
Dima Dima Dima,
Même si tu n'es plus là
Ta douleur est mienne
Et c’est elle, c’est elle
Qui m’fait oublier le mal
Colérer me fait mal
Car au fond de moi-même
Je veux que tu me reviennes

...y he acabado incluso por aceptar este gusto por la burocracia aplicada a su máximo exponente, y los precios han dejado de asustarme. Si te soy sincera no monto mucho en bici, pero me recorro sin pereza alguna los barrios a ver qué me encuentro, y siempre doy con algún edificio encantado o con algún ser curioso en la calle (o ambas cosas).También me he vuelto un poco gourmet, pero no por mucho que me guste comer con vino caro y hacerme servir dejo de trabajar de camarera, y, todo sea dicho de paso, cada vez me lo paso mejor con este roll y cada vez gano más, asi que supongo que por el momento tener algo estable no es lo que busco, e incluso, si lo pienso bien, me horroriza la idea de asentarme y de hacer el mismo trabajo el resto de mis dias, porque si hay algo que quiero ahora es conocer ciudades y gentes que me demuestren que de ésto se sale y que algún día dejaré de llorar por los recuerdos.
Lo que tengo que hacer es encontrar un hobby (si no me falla la memoria me dijiste exactamente lo mismo hace tiempo ya, quizás tú hayas encontrado el tuyo), algo que me haga olvidarlo todo y volcarme en éso, pero ya sabes cómo soy, quiero hacer tantas cosas que se me pasan los días con sus horas y todo. Unas veces porque no tenía dinero, otras porque no tenía tiempo, y los ultimos meses (que he tenido de todo) sólo quería quedarme tirada en la cama. Supongo que no existe el momento adecuado y que más bien habrá que ir a por él.
En definitiva, me ha alegrado mucho saber de ti, siempre me dio el olfato de que llegarías lejos, que aquello e incluso Madrid se te quedarían pequeños, pero tú, pies en la tierra y modestia en mano, nunca te lo acabaste de creer... Me temo que tendrás que reconocer que lo que se siembra es lo que se cosecha, y que te lo mereces. Te doy mi más calurosa bienvenida. Enhorabuena.





Recortes

¿Cuándo me decidiré a terminar de colocar la habitación? (Será que no termino de acostumbrarme) ¿Cuándo será la última vez? ¿Podré? ¿Seré capaz? ¿Por qué lo hago si no es lo quiero? ¿y qué quieres, qué esperas tú? ¿Cuántas veces has intentado contar las estrellas? (Yo muchas) ¿ En qué consiste exactamente la decepción? ¿De qué está hecha? ¿Qué me cuesta echar esa carta al buzón, con lo fácil que lo tengo? ¿Dónde quedó el respeto? ¿Por qué somos tan desagradecidos? ¿Acaso tienen los otros la culpa? ¿Y los del metro, sí, los cientos de personas con las que me cruzo, en qué piensan, qué les pasa? ¿Qué clase de poder tienen sus ojos? ¿Son de brujo? ¿Me creerías si te digo que estoy cansada, que me rindo? ¿Me lo habrías dicho? ¿Que quién me acaricia ahora la cabeza? (La verdad es que nadie, sólo el viento) ¿Qué significa este frío que siento por dentro? ¿Realmente no tengo remedio? ¿sabremos retirarnos a tiempo? ¿Éso significará realmente que hemos ganado o sólo querrá decir que no hemos sido capaces de seguir? ¿Qué juego es ése en el que se apuestan los días y los corazones? ¿Contra quién vamos? ¿Qué perdemos?


El principio de un nuevo principio

A los seres humanos nos encanta clasificar. No sabemos vivir sin determinar las cosas, las personas e incluso los sentimientos, lo que no tengo tan seguro es el porqué... Archivos, carpetas, cajones, baúles... algunos no los volvemos a abrir jamás, saber su contenido es crucial y nos hace decidir si tenerlos a mano o cuanto más lejos mejor. Quizás voy demasiado lejos pero diría que no es otra cosa que el miedo lo que nos obliga a decir "ésto es del pasado" o "ésto lo necesitaré el resto de mi vida", y no hablo sólo de las fotos de nuestros ex ni de papeles del banco, me refiero más bien a todo aquello no tangible que forma parte de nosotros, aquello que no queremos olvidar o lo que debemos dejar atrás si queremos que la herida (sea del tipo que sea) cicatrice algún día, teniendo en cuenta que todos estamos destinados a morir y que el tiempo corre en nuestra contra. Hablo de experiencias, risas, miradas, roces, descubrimientos, discusiones o hasta luchas internas que necesitamos saber para qué valen, qué sentido tienen, qué partido le podemos sacar a lo que hemos vivido para enfrentar lo que viene de una manera más fría. Y es precisamente éso es lo que me lleva a sentarme frente a este (ya) viejo portátil e intentar escribir sin dudar, que si hay algo que me hace falta es un pulso firme, decidido, no pedir lo que pida ella a pesar de que seguramente yo me vaya a equivocar, pero será, al fin y al cabo, mi decisión, así lo habré querido yo. Y ella reirá porque sabrá que de nuevo ha tenido razón, y yo estaré mitad con envidia mitad con orgullo propio, porque me lancé a la aventura y no salí tan mal parada. Nunca quise el triunfo, sólo busqué la felicidad, y lo hice a mi manera. Aunque para algunos mi metodología sea incomprensible e irracional, yo salto.
Tendré que decirle a mi madre también que ya no soy tan niña, y que no tenga miedo de ciertas coincidencias entre su vida y la mía, que no es que pretenda seguir sus pasos, es sólo que su sangre corre por mis venas y algo se me habrá pegado de aquella mujer que decidió ser madre soltera sin saber siquiera cómo iba a salir adelante, lo cual fue una opción valiente y en mi opinión la más complicada de entre las no muchas que ante ella podía tener en aquella época. Y ahora está radiante, así que no debe ser para alarmarse si en algunas ocasiones nos vemos reflejadas la una en la otra.
Por otro lado, que no se agobie nadie por el qué va a ser de mí, yo siempre "me las apaño", que cierto es que no sé hacia dónde me dirijo (y eso que dicen es imprescindible en una persona), pero ya no tengo ganas de atormentarme, a lo que se suma que ayer fue "uno día de ésos" en los que escuchas una melodía triunfal en tu cabeza y te dices a ti misma "quizás no ahora, pero todo va a salir bien", y me sentí increíblemente apoyada y querida por unos compañeros que pensé que no darían un duro por mí, y fui feliz en mitad de toda esta batalla de jarras de agua fría que parece no tener fin y que me estremecece en cuanto me quedo sola, pero (me autoconvezco) dame un poco de tiempo y con un poco de confianza en mi misma le daré a Paris el mordisco que se merece, y dejarás de verme "tan pequeñita" .

De Tripas Corazón

Me he puesto de límite hoy, ni un minuto más allá de este Siete de Septiembre para este duelo que ha sido quizás menos lágrimógeno de lo que se esperaba, pero con creces más doloroso que cualquier otro hasta la fecha.
Supongo que tengo el resto de mi vida para echarte de menos, y dado que soy de esas personas de o todo o nada, haré de tripas corazón y dejaré de alargar este momento. Te diré adiós, porque aquel último beso me dejó con más ganas de quitarte la ropa que de odiarte, pero hay cosas que, sencillamente, no pueden ser.


(53 años más tarde)

-Recuerdo que estaba medio tirado en el sofá, llevaba puestos sus vaqueros Levi's con corte de bota, uno de sus polos blancos, creo que de Levi's también, y las Convers que le regalé. Me viene a la cabeza la imagen de sus ojos hinchados detrás de las gafas que yo misma le ayudé a elegir. Las cogió en segunda opción, las primeras fueron un auténtico coup de coeur, como el que tuve yo con él, y fuimos a Champs Elisees porque ya no podía soportar las lentillas, las otras gafas se las rompí una de esas mañanas en las que jugábamos a hacernos cosquillas.
Estaba inmóvil, con una lata de Coca-Cola en la izquierda y un mechero en la derecha, como impactado por una honda brutal. Respiraba profundo, deduje que intentaba asimilar, y poco después él mismo me lo confirmó.
Yo estaba también sentada, pero en la silla que está al lado de la puerta, la espalda curvada, con el peso tanto de mi cuerpo como el de mi decisión sobre mis rodillas. Nos encontrábamos uno cerca del otro, como a dos metros, ya habíamos estado así, pero aquella vez era realmente la última... Ahora me duele tanto la cabeza que no recuerdo bien si habló él primero o lo hice yo, sólo sé que él buscaba un motivo para odiarme y que yo le dí las gracias y le pedí perdón por los daños ocasionados, por las lágrimas que le hice derramar, por las veces que no estuve a la altura, por la promesa que iba a romper, por saltar del barco que aún intentábamos reparar, pero recuerdo sentir que era tarde, que nos estábamos ahogando ya, que por separado sí, pero juntos no saldríamos a flote. Y ya me odié yo más de lo que él lo pueda llegar a hacer nunca.
Me levanté y salí del salón. Tiré la toalla. Me guarecí en una habitación concebida para dos, me acosté en la cama y me vi terriblemente sola, demasiado espacio vacío, supe que nunca más me arroparía su cuerpo, me recosté en su lado de la cama en un último esfuerzo desesperado por no perder su calor, en vano, cada vez sentía más frío, se hacía más y más gélida la brisa de mi desierto. Supongo que en esas situaciones las cosas siempre toman valores distintos, connotaciones tristes, y nos dan ganas de abrazarnos a todo como si algo por dentro nos dijera "admíralo, mañana no existirá más" y contuve el llanto hasta que consideré que ya se habría marchado de la casa, y sólo entonces me permití gritar que a mi también me dolía, que no me daba igual, que no pasé de todo. Entonces abrió la puerta me miró y no pude esconderme en ningún sitio a pesar de lo insignificante que me sentía después de todo lo que acabada de perder. Me habló de que nada era irremediable, de que debía haber alguna solución, una opción extra para los que se quieren. Yo tenía la mirada posada en aquella pantalla de televisión en la que tantas películas empezamos a ver (y qué pocas terminamos). Nunca se me olvidará aquella vez que cogió la moto y se fue a buscar palomitas porque sabía que para mí una peli sin ellas es como un tiramisú sin marcarpone, y como ésa cientas, jamás escatimó en consentirme, se hacía querer, y le quise.
Recuerdo muy bien que él me enseñó Montmartre, allí empezó todo puede ser. Me puse aquel vestido para él, nos veíamos tan bien en su Vespa que ese mismo día decidí que quería pasar con él el sueño de una noche verano, y lo que viniera después, y entre nubes de algodón pasamos otros dos años más, queriéndonos con locura.
En los días que siguieron nos vimos poco, en cambio lloramos con desesperación cada uno por su lado. Las horas se hacían eternas, monotemáticas, sólo él en mi cabeza, sus palabras, su perfume aún en mi ropa intentando hacerme entrar en razón, y lo curioso es que lo más razonable era no dar marcha atrás, y no sé ni de dónde saqué la fuerza, cada día más flaca, puro hueso me hice, dejé de acicalarme el cabello, "echa un guiñapo" (que diría mi madre), hasta me dieron una semana de vacaciones de la pena que daba, que tenía peor aspecto que nunca me llegó a decir Pierre Louis, que así no podía seguir...
Poco a poco pasé de la angustia de los primeros días, a las obligaciónes que yo misma me impuse con tal de salir adelante, "ni un minuto sola" me dije, me prohibí mirar nuestras viejas fotos, cuadernos de viajes o cualquier otra imagen suya o nuestra. Todo lo contrario de una terapia de choque, una terapia de evasión. Pensé que sería la única manera de salir adelante, y aqui estoy, al menos no morí en el intento (que ya es bastante), y aunque aqui, en el pecho, llevo la espina, aún respiro, veo las cosas desde otra perspectiva, y la misma que se arrodilló ante su parte del armario y hundió la cabeza entre su ropa justo antes de irse, ahora llora pero no de dolor, ni llena de dudas, si no con nostalgia, porque todo pasa y todo queda, y hacemos camino al andar.

Ce n'est qu'une larme, juste un reste du passé
Dont je m'éloigne, mais qui ne cesse de me hanter
Ce n'est qu'une larme, qui entaille mes pensées
Je retrouve mon âme, ton regard me donne envie d'avancer.

El pasado en el presente

- Silencio. Orden en la sala. Silencio, no lo diré una vez más. Procedamos al testimonio de la acusada. Señorita Del Valle, ¿sabe de qué se le acusa?
- Sí, y actué en solitario. Lo reconozco todo. Lo hice mal, y aunque algunos me llamaran valiente alguien tuvo que salir herido... y no fui yo, asi que supongo que en cierto modo soy la culpable de los hechos. Y no sólo eso, es que siempre he sido así, es algo muy mío, ya saben, estropear las cosas, y algún día tendré que pagar por todo lo que he roto. Es igual que cuando mentimos: sabemos que el día en el que (lo que sea) se sepa irá siempre rozándonos los talones (conciencias) hasta que nos haga caer por su propio peso, y aún así lo hacemos, mirando el reloj en la izquierda y con la derecha acariciando la poca libertad que nos queda en el bolsillo. Y es curioso cuanto menos que sólo haga falta la menor de las gotas para desbordar el vaso, y después ya no hay vuelta atrás, los días son un cúmulo de reproches: al principio por aquello, ahora por ser así. Debería hacer una lista que se titulara "Todos y cada uno de los que herí", y en ella aparecería desde al que le di una bofetada en un bar hasta al que se molestó porque le besé. Y ellas tambíen, ahí estará incluso la profesora a la que hice llorar, y entonces debería buscarles en face book y decirles cuánto lo siento, cuánto lo he sentido. Luego allá ellos, pero yo habré conseguido tener la conciencia tranquila. Mire, a la vista está su formación intelectual, así que no espero que lo entienda, pero es que veo como... !señales!,y sólo me faltaba que ella me diera el ultimátum que llevo tiempo temiendo, y que me ha dejado caer tras haber pasado juntas cuatro días increíbles. No pensé que fuera a darse cuenta en esas ochenta y tantas horas que estuve allí que me sentía rara en mi propia casa, en mis calles, en mis bares... todo era como nuevo, como si nunca hubiera estado en esa ciudad, como si llevara mucho tiempo queriendo visitarla, y mi madre sí que no lo vio pero se me saltaron las lágrimas al ir bajando Princesa y ver la bandera ondear. Muy patriótico, sí, se me llena la boca hablando de España (tiene gracia), pero por el momento no hay quien me eche de aquí, ahora las cosas son un poco más fáciles, ¿no me merezco al menos disfrutar esta pequeña victoria personal? Sinceramente, creo que Paris me ha hecho mucho bien, un bien que por lo que sea no podía tener quedándome en Madrid. Pero es que estos días... estas noches, he sido la yo de antes: me encontraba gente, nos invitaban a los bares, nos burlábamos de los caraduras, nos gastamos poco o nada y volvimos a casa con un montón de anécdotas. No puedo negar que me falta la fortaleza de tenerla a unos cuantos minutos de casa (hasta Septiembre, claro) y que echo hasta de menos las ojeras del día después. Con lo que yo he sido, estos franceses han hecho de mí un corderito, y no sé si tiene algo que ver pero un mejicano me robó el corazón hace dos años ya.
-Ha pasado mucho tiempo desde los hechos señorita Del Valle, ¿puede explicar al jurado por qué
ahora?
- Quizás porque lo necesitaba aunque ni se me hubiera vuelto a pasar por la cabeza, quizás no son más que cabos mal atados, y porque hoy he llegado al final del libro, decepcionada porque no tuviera 500 páginas más, y me ha dejado una neurosis existencial: o pido perdón o moriré lentamente, o me perdono... o perderé el brillo de mis ojos.



Una de Neruda para cuando esté lejos


Y porque Amor combate
no sólo en su quemante agricultura,
sino en la boca de hombres y mujeres,
terminaré saliéndole al camino
a los que entre mi pecho y tu fragancia
quieran interponer su planta oscura.
De mí nada más malo
te dirán, amor mio,
de lo que yo te dije.
Yo viví en las praderas
antes de conocerte
y no esperé el amor sino que estuve
acechando y salté sobre la rosa.
¿Qué más pueden decirte?
No soy bueno ni malo sino un hombre,
y agregarán entonces el peligro
de mi vida, que conoces,
y que con tu pasión has compartido.
Y bien, este peligro
es peligro de amor, de amor completo
hacia toda la vida,
hacia todas las vidas,
y si este amor nos trae
la muerte o las prisiones,
yo estoy seguro que tus grandes ojos,
como cuando los beso,
se cerrarán entonces con orgullo,
en doble orgullo, amor,
con tu orgullo y el mío.
Pero hacia mis orejas vendrán antes
a socavar la torre
del amor dulce y duro que nos liga,
y me dirán: -"Aquella
que tú amas,
no es mujer para ti,
¿por qué la quieres? Creo
que podrías hallar una más bella,
más seria, más profunda,
más otra, tú me entiendes, mírala qué ligera,
y qué cabeza tiene,
y mírala cómo se viste
y etcétera y etcétera."
Y yo en estas líneas digo:
así te quiero, amor,
amor, así te amo,
así como te vistes
y como se levanta
tu cabellera y como
tu boca se sonríe,
ligera como el agua
del manantial sobre las piedras puras,
así te quiero, amada.
Al pan yo no le pido que me enseñe
sino que no me falte
durante cada día de la vida.
Yo no sé nada de la luz, de dónde
viene ni dónde va,
yo sólo quiero que la luz alumbre,
yo no pido a la noche
explicaciones,
yo la espero y me envuelve,
y así tú, pan y luz
y sombra eres.
Has venido a mi vida
con lo que tú traías,
hecha
de luz y pan y sombra te esperaba,
y así te necesito,
así te amo,
y a cuantos quieran escuchar mañana
lo que no les diré, que aquí lo lean,
y retrocedan hoy porque es temprano
para estos argumentos.
Mañana sólo les daremos
una hoja del árbol de nuestro amor, una hoja
que caerá sobre la tierra
como si la hubieran hecho nuestros labios,
como un beso que cae
desde nuestras alturas invencibles
para mostrar el fuego y la ternura
de un amor verdadero.

La chica que siempre quería dormir un poquito más


Se dejó caer en la cama, la cabeza hundida en la almohada de plumas (quién sabe realmente si de oca), los brazos en cruz, como queriendo ser libre.
Gloria se quedó con la mirada perdida en un átomo del techo, sentía una extraña paz, como cuando uno hace las cosas bien, y de tan agotada que estaba se quedó dormida. Su mente, ya en algún otro lugar, repasaba el día, y lo modificaba a su antojo, y a las dudas les ponía tiritas, que en sueños todo vale. Y es que su problema era la curiosidad, quería saberlo todo. Lo bueno, lo malo. Lo intermedio. Ametrallaba con preguntas a todo hijo de vecino, les miraba a los ojos queriéndo conocerles, y por saber así de qué bando eran. Se preguntaba a menudo cuál era el número de emergencia al que tenía que llamar en caso de necesitar ayuda, sin repuesta.
A la mañana siguiente despertó con un ligero dolor de cabeza, tenía la sensación de que había soñado demasiado, y éso era agotador, y daba pocos éxitos. A pesar de todo se sentía bastante despierta, incluso, aunque quisiera, no podía volver a conciliar el sueño, seguramente porque, al fin y al cabo, le encantaba hacerse la remolona. Y ahí se quedó, a oscuras, iluminada por tan sólo algunas rendijas de las persianas, dándole forma a sus veintiún años recién cumplidos. Pensó en la persona que le gustaría ser ése día, de las buenas o de las malas, de las que se desesperan por todo o de las que tienen más paciencia que un santo. Así, a los dados, se jugaba Gloria sus próximas 24 horas. ¿Serían memorables...o para enterrar?. Qué más iba a aprender en ese día, algo apasionante tal vez, que le dijera "ésto es lo tuyo. ¡Feliz cumpleaños!".
Entre sus devaneos inquietos no se había dado cuenta de que su madre la llamaba para despertarla (¿cuándo dejaría de tratarla como a un niña?). Después de varias llamadas sin respuesta los pasos se acercaban hacia su habitación, y al no mucho se abrió la puerta, y ahí estaba ella, única, con el desayuno en una de las bandejas de invitados, para darle el lujo. Quiso decirle que la amaba más que a nada en el mundo, pero le dió una especie de vergüenza infantil, haciendo del silencio su talón de Aquiles a sabienda de todos. Y es que hasta tal punto se vió vulnerable Gloria, que se quedó completamente muda, sin nada más que decir, aturdida aún por su nuevo estado, sin palabra alguna que confirmara si estaba viva o muerta, pero con un brillo en los ojos inusual, puede ser que de tantas emociones concentradas. A veces pensaba que le daría un paro cardiáco de tanto sentir,
Se desperezó un poco y se sentó al borde de la cama, frente a la ventana, encontrando en el reflejo su ella más verdadera [...]

Declaración de Intenciones de una Adicta a las Causas Perdidas

Ésta es una guerra en la que no quise entrar, y aqui estoy, pringada hasta el cuello, echando pulsos con los más fuertes, sosteniéndole la mirada al que me quiere hacer creer lo que no es, porque ahora el verdadero problema es que sé demasiado, y las decepciones se acumulan.

Estoy dispuesta a todo... excepto a ondear a bandera blanca.


Diría que esta escena ya la he vivido

Ojalá supiera, ojalá fuera capaz, ojalá hubiera una manera de hacerme entender, pero no, no la hay, así, como lo oye, no la hay, se lo habría demostrado ya. Y es que mire "Soy así, qué le voy a hacer", (el consuelatontos que va como anillo al dedo) y lo admito, qué más puedo hacer, he nacido para callar, para guardarlo todo dentro, para quedarme siempre con la rabia contenida, con todas las palabras mezcladas entre sí, atrincheradas en la boca del estómago, dispuestas a causarme úlcera antes que salir... Pero es que si hablara... ¡o no! ¡entonces no!todo volvería al punto de huída, y no, otra vez no... Y es que usted no sabe lo que es no tener nunca la última palabra, no sé si alguna vez fue el caso, pero ahora seguro que no. Usted ya está ahí arriba, es de los otros, es el que más, ya nos ha olvidado, usted ya no se acuerda de qué se siente al callar cuando el hablar se ha vuelto peligroso. Supongo que tampoco es del todo su culpa si no sabe que una de las cosas que menos soporto es que me traten como tonta, que se burlen de mí con la absoluta seguridad de que no diré nada, como usted lo ha hecho esta tarde, y éso que esta vez tenía las palabras bien pensaditas y mi speech en perfecta armonía con un tono de voz más sólido que de costumbre, pero ni aún así. Yo callo, y me trago mi propia bola de pelos. Mejor me voy a casa y me dejo para otro día todo lo que le he querido decir, que calladita estoy más mona, y con mi sonrisa lo camuflo todo y aquí no ha pasado nada.
Me pregunto cuándo y cómo será el día en el que no cierre la puerta sin haber dicho antes claro y alto lo que pensaba, y si estaba de acuerdo o no. Porque a veces me lo hago, pero tonta no soy, y quizás no me oiga pero por dentro le grito "c'est dommage".

Perezosísimas

Vamos ya.
Que el teléfono suena.
Oigo tu voz.
Como fuera de este planeta.

Tú que tal.
Como va todo por ahí.
No me preguntes cualquier cosa.
Te echo de menos a morir.

No hay nadie aquí.
Me esparzo por la habitación.
Tengo la tele sin volumen.
Y están echando "Tiburón II".
Y algún equipo marca un gol.
Y vuelve la ola de calor.

Y es que ahora funciono a todo gas.
Pringando a destajo.
Cojo y dejo de fumar.
Para pasar el rato.
Y dicen que estaba cantado
y yo digo la, la, la
y desde que te has largado
se me hace un nudo en el cuello.

Soy carne para tiburón.
Que me perdone el Señor.
O que me parta un rayo de sol.

Y cada día pienso MÁS en ti
y me empiezo a acostumbrar.
Y nada puede cambiarlo.

Y es todo un trabajo vivir.
Contigo o sin ti.
Y es todo un trabajo seguir
sin tí.

Y tú que tal, muy, muy mal.
Como va todo por ahí, muy, muy mal.
¿A que no sabes una cosa...?
Me está creciendo la nariz

Y tú que tal
cómo va todo por ahí
a que no sabes otra cosa.
Te echo de menos a morir.


*La impaciencia me consume

Entre paréntesis

(
Hay un silencio encerrado en una bola de cristal, una pregunta deseando posarse en mis labios, un grito más bien tímido, la casualidad fruto de la paciencia.
Hay un libro que me engancha hasta propiciarme ojeras, alguna que otra peli de la que no he visto el final, un desayuno en la hierba, una noche cerca del mar.
Hay un consuelo desamparado, una juerga de locura de la que poco recuerdo, el dibujo de una peonza en el sol, el corazón batiendo al ritmo de una nueva canción.
Hay un momento de soledad sincera, un encuentro entre lo que quiero y lo que soy, una caja de bengalas (por si me pierdo), un billete hacia ningún lugar.
Hay una impulsiva con ciertos recatos, un sí y un no titubeando indecisos, el recuerdo de lo que llevabas puesto aquel día, una sonrisa a medias para los desconocidos.
Hay un "hasta nunca", una cualidad no especificada, una telaraña cubriendo mis sueños de niña, un capricho reprimido, un juego en equipo al que nunca supe ganar.
Hay un alma pintada en acuarela, una etiqueta de niña buena, un futuro en obras hasta nuevo aviso, un sollozo estancado, el abrazo que no me diste, el "te quiero" que callé
Hay un ...
)

_ ¿Ha elegido señor?
_ Sí, un café para mí y una nube de caramelo para la chica de las ideas revueltas.


Con acuse de recibo

Un día deberíamos sentarnos cara a cara, el lugar lo elijes tú. Supongo que pensarías en algo discreto, que no se nos vea mucho, pero yo había pensado más bien en el mirador, me encanta esa vista de Granada.
No me preguntes porqué (nunca he sabido las respuestas), a mí también me ha sorprendido, yo creía que me iba a la tumba sin que llegara este momento. Lo más sensato que puedo decir es que los astros han debido conjurarse para que me atreva a pedirte que me cuentes lo que callas tú también desde aquel día, demostrarnos que somos capaces de mirarnos fijamente y hablar como los adultos en los que nos hemos convertido, y perdonarnos del todo, que seguro que nos viene bien. Y es que hacía tanto tiempo que no había vuelto a abrir la puerta que me llevaba a aquel Agosto, que no recordaba que se hubieran quedado tantas preguntas sin repuesta ahí encerradas, como si nada. Mucho me temo que esta vez el remedio no es el olvido, si no las palabras, la sinceridad en estado puro, que he oído que es mano de santo para los que se hirieron daño de por vida y se reconciliaron sobre tierra mojada.
Es ahora, o nunca, Jai.

Leyenda de los dos amigos en el desierto


(Introducción)

Dice una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto. En un determinado punto del viaje discutieron, y uno le dio una bofetada al otro.
El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: "Hoy mi mejor amigo me ha pegado una bofetada en el rostro".
Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde decidieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra: "Hoy mi mejor amigo me ha salvado la vida".
Intrigado, el amigo preguntó: "¿Por qué después de que te lastimé escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?". Sonriendo, el otro amigo respondió: "Cuando un gran amigo nos ofende, debemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado, cuando nos pase algo grandioso, debemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo".


(Nudo)
A veces me siento a escribir y de tanto que siento no sale ni una sola palabra (de ahí la leyenda árabe). Y es que no sé en qué momento cambié, me hice así, como ahora, mírame, que aunque no me veas tú eres capaz de saber lo que hay dentro de mí. Si algo me queda es la nostalgia, que podría decirse que es una mancha de nacimiento sólo por lo que dejé de tener al existir.
A menudo me pregunto si me preferías antes, y muchas veces me respondo que sí, no me queda más que admitir que esto no estaba en nuestros planes de adolescentes. Me he hecho una cobarde, no hay otro término, llevo el olor de los que huyen, de los que callan porque no saben hacer nada mejor, de los que corren en sentido contrario, de los que salen a la calle y se preguntan si será la última vez. Una sonrisa, un beso en la mejilla, alguien que me dé las gracias a lo largo del día, que esté orgulloso de mí, que me diga que no lo estoy haciendo tan tan mal... Me conformo con tan poco que...que resulta que lo desde pequeña me han inculcado ahora es mi mayor defecto (and sometimes you close your eyes and see the place you use to live when you where young).
Supongo que soluciones habrá sólo es que no sé hasta qué punto confío en ellas. Y en este caso no tengo miedo del fin, si no del principio del después. Una señora avalancha y yo vestida de playa.


(Desenlace)
Lo veo venir, pero no, yo no quiero éso. Quizás de lo demás no esté segura, pero de esto sí, yo quiero con él. Puede que sea una estupidez pero hoy he visto que no era el fin, que somos capaces de superarlo, que nadie se quiere más que nosotros, que nadie está hecho el uno para el otro como él y yo.... No te rías, no soy cursi, tú también lo sentiste hace no tanto, seguro que me entiendes, siempre lo has hecho, hasta que ya no puedas más, como lo haré yo, hasta el final de mis días, que nunca daré suficientes latidos como para agradecer tu presencia aqui o en Pekín.


(Conclusión)
El caso es que no sé si son los celos (sanos, por supuesto) siempre que te miran a ti, o el orgullo que siento al saber que te han dado una beca que ningun hijo de vecino a recibido jamás, o la impaciencia hasta que el lunes te traiga consigo... Todo me dice que no tienes precio.

Anniversaire


Me gustaría haberte emocionado...
pero sólo puedo ser yo.

FELICES 23, MORENA

A Tientas

Ayer pasó el pasado lentamente
con su vacilación definitiva

sabiéndote infeliz y a la deriva

con tus dudas selladas en la frente

ayer pasó el pasado por el puente
y se llevó tu libertad cautiva
cambiando su silencio en carne viva
por tus leves alarmas de inocente

ayer pasó el pasado con su historia
y su deshilachada incertidumbre/
con su huella de espanto y de reproche

fue haciendo del dolor una costumbre
sembrando de fracasos tu memoria
y dejándote a solas con la noche.


-Benedetti



(Suerte que hay alguien capaz de expresar mis sentimientos mejor que yo misma)

Resulta que...

Estaba aqui sentada, encabronada con el mundo, enrabietada con la camiseta que se cae al suelo y se llena de pelos; con el frigorífico, que tiene algo pasado de moda, con la cazadora que no está en su sitio; con lo lento que es el ordenador, con que mañana trabajo de 08 a 19, con los tres días casi sin verte que están por venir, con este día que se me escapa de las manos sin opción a revancha; porque estamos a 16 y aún no sé a qué huele mi sueldo de Marzo; conmigo misma por lo fea que soy sin maquillaje y porque con todo y con éso me permito compadecerme a pesar de lo prohibido que lo tengo por el médico. Y de repente me entran esas ganas locas de escribir, no sé qué, pero escribir. Creo que la canción ha tenido algo que ver, a veces juraría que las han hecho para mí, por si algun día estoy triste, por si alguna mañana me levanto de capa caída, para decirme cuál es el hombre de mi vida, para darme fuerzas y saltar de pura alegría (almirante con cola), hechas para recordarme viejos tiempos en los que si estaba sola era porque quería, o incluso para hacerme cambiar de opinión cuando pienso que ya no puedo más... Así que me he dicho "levántate y canta" (a ver si las penas se iban por la ventana), pon la canción para que empiece de nuevo y mueve el esqueleto, que son dos días, y dale un beso a alguien que no se lo espera, y llama a algún viejo amigo, y sin parar de cantar dite a ti misma que lo vas a lograr, que estás aqui para éso, que tú lo has querido y tú lo vas a conseguir, que no hay nadie como tú, que merece la pena ser tú, que hay alguien que está pensando en ti, y que tal vez estás siendo la persona más egocéntrica del planeta pero... no me puedes negar que este momento no vale la pena.

No sabía con quién hablar, y llamé a tu puerta

¿De qué se trata?. Anda ¡cuéntame!. No te preocupes, no hablaré, guardaré silencio, ya sabes, como siempre que algo te ronda la cabeza, que a veces hasta te obsesionas, y al contármelo te has sentido más libre. ¿Qué te preocupa?¿Es el tiempo? Pasa demasiado rápido ¿eh?. Sí, hasta yo mismo a veces me sorprendo de la fugacidad de los días. Y es que a ti te pasa un poco lo mismo ¿no?, como que no llegas a darle forma a los años. Me imagino que lo que te hace falta es descansar, pasas muchas horas allí, al final te estás consumiendo. Vas, vienes ¿y cuándo vives?. Pero no sé, debes ser tú porque esta situación tampoco es nueva. Y no quiero ser demasiado crítico pero... quizás eres de esas personas que lo quieren todo pero que desgraciazadamente sólo tienen derecho a unas cuantas cosas en la vida. Lo que quiero decir es que te centres en lo que quieres y vayas a por ello. Deja de intentar cambiar el mundo y mejor sonríe un poquito más, que tienes una sonrisa preciosa. Piensa todo lo que haga falta en ti, que ya has visto que esto no es una broma, va rápido, y si no reaccionas pronto le vas a perder, tú ponte en su lugar, ¿hasta cuándo podrá aguantar? Sabes que no mucho... Reconozco que para ti tampoco debe ser fácil, pero es que él, cielo, hazte una idea de por lo que está pasando. Con lo bien que me cae, la verdad es que es buen tipo, se ve que te quiere. Al final claro, entre unas cosas y otras la cabeza te va a estallar, si hasta se te ve en la cara, que desde la última vez que te vi tienes muchas ojeras. Pues descansa un poco, ya sé que tienes ganas de esperar hasta que llegue pero es que tienes que dormir, si no mañana las cosas no van a ser distintas. Venga acuéstate y apaga ya el ordenador. A veces pienso que no tienes remedio. Me dices que estás cansada pero ahora seguro que te quedas hasta las tantas escribiendo, ¿verdad?, y si no es escribiendo será haciéndote preguntas, que te van a machacar, cielo. La verdad es que te pasan unas cosas a ti tambien...-risas-. Aunque bueno, yo creo que ya tengo edad de decir que ésos comederos de cabeza sólo se dan en una etapa de la vida, que, curiosamente, es la mejor. Es a tus años cuando se siente todo, cuando los suspiros se hacen mundos, que incluso una mirada de ésas especiales podía cambiar tu mal día en uno bueno. Además viene Sara en Septiembre ¿no? Anda que cómo os lo vais a pasar... miedo me dais, pero bueno me alegro mucho por ti, que te va a hacer bien tenerla alli cerca, joe qué amistad la vuestra, parece que más os alejan y más queréis estar juntas... ¿Y tu madre qué tal?.¿ Estuvo hace poco? ¿si? ¿Cómo está? Hace mucho que no la veo, dale recuerdos... Y cambiando de tema... ¿Qué pasa con Flore y Quentin?. ¿Quéeeee? ¿Se van a casar? ¿Cuándo? Ya me imaginaba que no ibas a saber... Aunque bueno, las fechas al fin y al cabo se acaban olvidando, y los hay incluso como tú que ni siquiera se las llegan a aprender -risas- ,deberías tener cuidado, a la gente le importan ésas cosas, hay detalles que lo cambian todo. ¿O a caso a ti no te gustó cuando te trajo una rosa al llegar a casa? ¿A que cuando se pone lo que tú le has regalado te sientes bien?. Claro, en el fondo somos todos igual, nos encantan esas tonterías, nos hacen sentir especiales, como si el hecho de que la otra persona por hacer algo pensando exclusivamente en nosotros nos hiciera sentir útiles y valiosos. Qué tontos somos, la verdad. Cuando llegues a cierta edad te darás cuenta de que cada segundo de nuestra vida cambia la vida de muchos otros. Hay tantas cosas que nunca llegaremos a saber, si nos comunicaramos más con la gente y les conocieramos un poquito más nos daríamos cuenta de que son auténticas cajas de sorpresas. A cuántos no habrás enamorado sin que tú lo sepas, que tienes que tener un poco más de confianza en tí, quererte un poco más, que eres una buena persona, lo que pasa es que ahora éso no se valora mucho - de nuevo risas- . Hay que ser el mejor en algo, y tú más bien quieres ser una aristócrata renacentista... Esto son otros tiempos, tienes que especializarte en algo ¿o no?, que lo de recoger platos tiene que tener un fin...Bueno hija, piensa en todo lo que papá te ha dicho, que yo sé que tienes fuerza suficiente para salir de esta nube gris, ya verás. Te quiero. Buenas noches hija.

Sonata Desesperada


Por tus ojos de lince, tu nariz ni pequeña ni grande, tu boca perfecta,
por tu pelo negro, tus orejitas, tu piel morena, tus manos fuertes,
por tu cuerpo de aventurero, tu espíritu sencillo y tu alma mexicana.

Por tu sencillez, tu pragmatismo, tu inteligencia, tu saber estar,
por tu astucia, tu generosidad, tu paciencia, tu comprensión,
por tus ganas de vivir, de saber, de mejorar, de ayudar a los demás.

A parte de estas veintidós razones tengo miles más pero no sé si llegarán a hacerte entender hasta qué punto te amo, te deseo y te necesito. A mí la que más me vale es que es contigo con quien quiero despertar
el resto de mi vida.

Siento que huele a ti


A pesar de todo el tiempo que ha pasado, hoy, poco antes de volver a verte, me vuelvo a preguntar ¿Cómo será está vez? , pero con otros matices, rejuvenecida y con la torre Eiffel de fondo.
Y es que...
Me muero de ganas de
apachurrarte fuerte,

Y sé que
Recibiré
un par de besos como punto de partida de otra tarde de las nuestras,
Y que
Me dejarás en el corazón el
recuerdo de una melancólica complicidad.

(¿A qué sabrán las cañas de Paris contigo?)

El Sueño de Adela

No tenía mas que hacer un pequeño esfuerzo, quizás el último, y dejarse salvar, y sin embargo murió besándole en los labios en agradecimiento a toda una vida juntos, pero Adela, que no estaba acostumbrada a ser el centro de atención, se marchó a un lugar no se sabe si mejor, aunque sí más lejos, y dejando tras ella tantas preguntas como silencios.
Adela acató y obedeció a lo largo de sus cincuenta y seis años, y ni siquiera llegado el momento de ser madre se atrevió a imponerse. Podría haberle dado un cambio decisivo a su vida, pero le pareció que no sería más que una venganza hacia los seres equivocados. Viéndolo de este modo puede hasta fuera demasiado permisiva con ellos, demasiado ilusa creyendo que ellos la entenderían y cambiarían de actitud. Con el paso de los años no sólo se le fue encogiendo el alma ante unos hijos feroces si no que se quedó sin oportunidad alguna de levantar la voz y decir "NO".
Puede decirse que nació así, que la primera célula de vida de Adela fue concebida para traer al mundo a una niña capaz de complacer al resto del mundo, inhabilitada para anteponer sus preferencias, sus gustos, insensible ante algo que es tan normal para nosotros como el deseo, la ansiedad, el egoísmo, la satisfacción de hacer lo que uno quiere. Éso nunca lo conoció Adela, jamás se lanzó al vacío (ni a ninguna otra parte) y tampoco se puede decir que fuera una mujer de miedos, si no mas bien de temores. Pasó de niña a esposa, siempre carcomida por el hablar de los otros, la opinión aplastante del mundo que la rodeaba, lo que ella erróneamente llamaba "respeto hacia los demás" sin querer entender que ella también tenía derecho a decidir, a dejarse embaucar por el mar sin remordimiento alguno.
Las cosas salieron según lo previsto, nada alteró su camino de hija servidora, esposa ejemplar y, buena madre teniendo en cuenta que a sus hijos nunca les faltó de nada. Hizo en cada momento lo que se esperaba de ella, jamás se negó, convencida y frustrada a la vez de saber que jamás lo haría.
Adela se dejaba la vida en la cocina, y sus hijos no lo sabían pero lo que le daba fuerzas a esta silenciosa mujer eran los escasos besos sólo recibidos por el aumento de la paga del fin de semana, por ser cubiertos ante su padre cuando llegaban borrachos a casa o por planchar en tiempo record las camisas. Aceptaba en la sombra las decisiones de su marido, tenía de sobra asumido que su papel no estaba entre las facturas, si no entre los olores dulces e intensos de algún sentimiento reprimido que se cocinaba a fuego lento. Adela y su radio, en la cocina, así se pasaban los días, los años...la memoria.
A pesar de todo hay que decir que la vida que llevaba era confortable, no tan feliz como en los cuentos que le había leído su abuela de niña, pero su marido la apreciaba, le daba todo lo que creía que ella podía necesitar, pues Adela nunca pidió y mucho menos reclamó. Francisco quería de corazón que la mujer callada que se acostaba al lado derecho de la cama lo siguiera haciendo el resto de su vida, de hecho la necesitaba hasta puntos insospechados, dudosamente podría sobrevivir más de dos días sin sus recetas, sin su sonrisa siempre amable, sin la perfecta esposa que, por definición, era Adela. Nunca se lo dijo, le parecía que ella ya lo debía saber, no sabía porqué, quizás porque ella siempre entendió lo que querían los otros, y el la quería, y confiaba en que ella lo supiera, sólo que nunca lo llegó a pronunciar.
Puede que nadie excepto ella misma tuviera la culpa, por no haber dicho nunca lo que quería, porque querer quería a pesar de que sus deseos nunca afloraron a sus labios. Si había una cosa que siempre quiso hacer fue levantarse bien temprano y coger un tren a ninguna parte y alejarse por un día de aquella casa de muñecas producto de su propio esmero y financiado a partir del ascenso de su prometido a Capitán General. Un día sola. Nada más. Nadie más. Era lo más parecido a un sueño que tenía Adela. Pero su deber era quedarse en la casa, vigilando que todo siguiera según los valores morales que se le habían inculcado y en los que no estaba muy segura de si creía... Entonces se imaginaba a una nueva Adela, desconocida en la ciudad, que se marchaba quién sabe si cerca o lejos, a donde fuera, pero ella sola. Dejar a sus niños en el colegio, hacer las compras y colgar el delantal, que aunque tuviera quien pudiera hacérselo prefería hacerlo ella misma. Dirigirse temblorosa a la estación de autobuses con la sensación de quien hace algo malo y no confiesa guardando el secreto hasta el último de sus días. Adela se marchaba, lo dejaba todo.
A decir verdad, ya había perdido la cuenta de todas las noches que se había quedado dormida, a lo largo de los últimos treinta años, imaginando su huida. Y es verdad que a la mañana siguiente se sentía culpable (¿qué clase de madre abandona a sus hijos?), pero el peso de la libertad que nunca tuvo la perseguía noche tras noche. Sus niños nacieron, crecieron y creyeron ser demasiado mayores como aceptar órdenes de nadie y mucho menos para pararse a escuchar a una vieja... Se le hacía tarde a Adela para llegar al tren. Y Ahí estaba, con una vida tan perfecta como absurda que le esperaba a las siete de la mañana, hasta las tres y media, hora en la que ya se veía de nuevo montaba en el tren. Con un escenario tantas veces imaginado y sentido que podría describirlo en forma de poesía en su propia piel. No sabía hacia dónde se dirigía pero sí que los asientos parecían aún por estrenar, de un verde esperanzador, dignos de una emperatriz. Acabados de madera y tapizados creados por una mujer que sólo en sueños era dueña de sí misma. Y nadie, ni en los asientos ni en los pasillos, que pudiera reconocerla y saber de su plan de pasar un día lejos, en cualquier parte donde no tuviera que cocinar excepto por gusto, de pasear por las calles de su ciudad (en sueños desierta), por unas horas al menos, hasta que algún quehacer la llamara o hasta que sonaba el despertador.
El día que Adela viajó en el tren de lo desconocido fue precisamente el día en el que ninguna alarma sonó, no la que la despertaba para el día a día que ella había imaginado, si no la que avisaba a la enfermera que era la hora del primer suero. En coma desde hacía casi siete años, Adela cosía sus recuerdos como podía con el hilo de vida que le quedaba corriendo por sus venas, aquellos que le permitían respirar y, fundamentalmente, imaginar lo que hizo la última mañana en la que tuvo los ojos abiertos. Éso era lo que la mantenía fuera de las listas de decesos de Bilbao, sus ganas de recordar. En estos siete años Adela había dejado de preguntarse y por supuesto de comprender. Y le parecíó que en esa cama tampoco debía estar, y éso lo supieron los labios de su marido, que llegaron corriendo tras el tren de Adela. Pero ella estaba lista, su viaje acababa de empezar.