No quiero ofender a nadie, de hecho me incluyo, pues soy de esas personas a quienes una primera impresión le vale más que mil palabras, y no puedo negar que en la gran mayoría de los casos mi instinto no me ha fallado, y lo habéis comprobado con ella, por ejemplo, con la que nunca me gustó salir de fiesta porque algo me dijo que es de las que dan problemas, y con el que sí salí fue con aquel niño pijo, porque vi algo distinto en él, y hasta la fecha es el único de su clan que no puedo llamar arrogante. Pero, para los que no se hayan dado cuenta, Marzo está muy revuelto, como con ganas de guerra,y a pesar de que mi madre siempre me ha dicho que lo mío no es conocer a la gente, si no sentirla, lo que siento ahora es que debería ser más cautelosa ante mis acusaciones.
En lo que va de mes, los estereotipos y las jerarquías se han caído por su propio peso, he hecho de lo inesperado algo previsto de antemano, y he tirado la casa por la ventana con una sobredosis de "vivir y dejar vivir". No os voy a engañar, creo que me ha venido bien, y también creo que vosotros, en cierto modo (para algunos más difícil de asimilar que para otros) necesitábais este cambio de aires, alguien que rompiera nuestros esquemas, alguien distinto, salido de la nada, capaz de darnos la objetividad que nos falta. Y es que está claro que cada uno de nosotros vivimos situaciónes distintas, pero en este mes todos hemos hemos tenido ganas de meternos en la boca del lobo, porque quién sabe si, más allá de que lo necesitáramos o no, hubiera sido más peligroso dejarlo simplemente pasar como si nada.
Diréis que pierdo el tiempo, pero es que os miro, y me miro, y en realidad no somos tan tan distintos como pueda parecer, y lo digo porque a todos y cada uno de nosotros nos han bastado unos cuantos atisvos de primavera para replantearnoslo todo, desde cuál es el look que más nos favorece de cara al verano, hasta dudar de si ésa es la persona con la que queremos estar el resto de nuetros días. Decidme si me equivoco, pero hasta hace poco no había registro de una futura arquitecta que pierde la cabeza por un gato callejero (ella sólo quiere que le enseñen a vivir. Él busca en sus besos el dulce hogar que nunca tuvo). Tampoco supe nunca antes de un físico que decidió desempolvar su guitarra el día en el que volvió a sentirse enamorado (y desde entonces se encuentra entre la espada y la pared, y su dulcinea no puede hacer más que esperar hasta nuevo aviso). Y lo que sí que me tiene hecha ascuas es la paciencia de aquellos que, en especial en las noches de borrachera, se quieren a matar y debaten sobre política en lugar de descubrir qué sería besarse (y a mi que me parece que lo más grave que puede pasar es lo más que os aplaudamos). Lo que sí que me dejó de piedra fue aquel mail de un nuevo miembro de la Policía Nacional que me preguntaba qué tal me iba en China (sin comentarios), a lo que se suma que al par de días me llegara otro de una vieja amiga de la que tampoco sabía nada de ella desde hacía años. Parece como si en este mes todos quisiéramos tachar algo pendiente en la lista. Porque qué me decís de aquella chica vestida de muñeca a la que un conejo de la suerte le robó un beso, ¿quién se lo esperaba?. Y para inesperado, otros que han decidido también cambiar de aires son aquellos que al poco de haberse mudado al nuevo piso deciden que están hartos de esta ciudad y que quieren recorrer el país en caravana. Así, sin más, en Agosto nos dejan para vivir su propia historia. La que da vértigo es la de Quentin y Flore, que acaban de tener un niño al que, por cierto, tengo muchas ganas de ver, y lo cogeré en mis brazos y pensaré "wooooooaaauuuuu"(y es que algunas cosas simplemente me sobrepasan). Por si no fuera poco (sí ¡todo en tres semanas! parece increíble, ¿no?). Laura, mi karatekid preferida, ya está oficialmente viviendo en Londres y se casa este verano. Y puede que suene extraño pero me agobia todo ésto, es decir, entrar en esa fase en la que la gente toma grandes decisiones, y quedarme estancada entre un entorno que se hace mayor y madura y toma las riendas de su vida... Lo que sí que ha sido raro es volver a tener a mi madre aqui, que, a pesar de haber podido estar muy poco con ella, me ha reconfortado el alma y me ha puesto tiritas de colores en el corazón a ver si se me cura rápido, como cuando de niña me caía de la bici bajando la cuesta y ella me levantaba y me decía "no llores, ya lo conseguirás". Sin duda, ha sido un encuentro que me hacía falta.
Supongo que es el cúmulo de noticias lo que me ha hecho despejarme un poco de mis muchos existencialismos y melodramas. Me he distraído, he pensado en otras cosas, he querido abrir la ventana a ver qué había ahí fuera... Me he espabilado en cuanto al trabajo se refiere y parece que las cosas van mejor, más normales, más tranquilas. Y hablando del trabajo, esta mañana ha tenido lugar una anécdota que me ha dejado d'un aire contrarié, sin saber muy bien qué decir. Resulta que estábamos varios de mis compañeros y yo en el patio del edificio y algunos de ellos han comenzado a hacer bromas a cerca de mis productíferas bailarinas a casi 70 euros, las cuales al cabo de escasas tres semanas de haberlas comprado se han desmontado (literal) dándome un aspecto de mendiga. Para los que no me conozcan mucho diré que una soberana tontería puede arrancarme carcajadas y hacer que me duelan las costillas. Vaya, que me parto con las estupideces. Así que yo he estado a la altura de la ocasión y he estallado en risas, hasta que he oido el nuevo comentario de uno de los presentes: "Nunca te había visto reir. Es agradable verte así". Y el resto me ha mirado como con ternura, ha sido bastante extraño. Por supuesto que ha sido bonito, pero me ha parecido triste el hecho de que, con lo fácil que es que yo me ría, que les llame la atención el verme contenta y despreocupada...
Y ya para terminar con este mes de locos en el que ha salido el sol y en el que nos han entrado ganas de ser un poco más decididos y un poco menos cobardes, y de aceptar los cambios como simples partes de un ciclo que desconocemos (y que por éso nos da miedo) como la única vía para ser lo queremos ser... ahora, para guinda del día, escucho en una grabación del teléfono la voz de aquel que a pesar de no estar a mi lado me acompaña a donde quiera que vaya, la misma voz que me ha acelerado el batir en el pecho como sólo ella sabe. Y me he quedado como dice la canción: "sin saber qué decir", con una sóla idea en mente: "ale, tres días más, y será otro mes".
