Claro como el agua

Déjame decirte algo. Permíte que lo haga a mi manera, de la única en que saben hacerlo quienes se callan con su propia voz, midiendo las palabras no vaya a ser que tengan consecuencias a corto medio o largo plazo. Aquí no tengo límites, nada me da miedo, no tengo que darle cuentas a nadie que no sea yo misma. Y así, a golpe de teclado, me acerco a ti tanto tanto que si cierras los ojos fuerte podrías olerme y creer que estoy ahí.
Te escribo para decirte, básicamente, que estoy confundida e impactada a la vez tras haberme planteado cómo has podido considerar el querer salir de mi vida como una opción viable. ¿Cuánto tiempo te has parado a pensarlo? O mejor aún: ¿cómo has podido llegar a tener la duda de que te dejaría marcharte sin más? ¿Qué se suponía que iba a decirte: "Sí, claro, como quieras?". Pues no, estás muy equivocado, y me cuesta creer que, después de todo lo que hemos pasado juntos (ni más ni menos que once años), voy a dejar que te vayas. Porque tú eres de esas personas de las que quedan pocas, y deberías saber que, como todas las rareras, eres insólito, y, que lo entiendan los demás o no, no debería importarte porque éso es simplemente genial.
Me sorprendo de que no llegues a entender lo que me ayudas a seguir adelante, el apoyo que siento que me das no tiene precio. Que no puedes irte quitándole el razonamiento a mi cabeza loca y distraída, y puedes dar por hecho que no quiero no volver a saber de ti. Ni siquiera me gusta cuando os abandonáis tú y tu blog, porque cada vez que te leo me sumerjo en relatos e historias que no quiero que se acaben, y me entra la impaciencia cada vez que entro en tu espace y no hay algo nuevo. Es sólo una forma de demostrarte que estoy ahí, y aunque a veces no lo parezca te sigo, estoy contigo, y yo siento que estás conmigo. Tú condicionas mi vida por el simple hecho de que eres tú, incluso algo cambia en ellos cuando decido hablarles de ti, como presentándote, ya sabes, que al fin y al cabo hay personas en la vida de las que si no hablamos no podemos ser nosotros mismos, de las que nos han marcado tanto que se impregnan en nuestro nombre y apellido dándoles sentido a lo que somos. Lo que es curioso es la reacción que tienen todos aquellos tras saber quién eres. A ésos que me quieren conocer y/o besar en el cuello les resulta abrumadora la idea de que otro chico haya sido tan importante para mí, les entran unos celos raros y más de uno se lo ha planteado dos veces antes de querer darme a elegir. Pero la clave de lo nuestro está en algo que me dijo tu hermano cuando yo aún estaba en Granada: "Mira, tu te has liado con muchos otros, mi hermano estaba loco por ti y a ti te daba igual. Puede que él tenga derecho a decirte ahora que no, por mucho que te duela". Estas palabras se me han venido muchas veces a la cabeza, y el día que acepté que llevaba razón en lo que decía hice la diferencia entre el antes y el después, y de paso recuperé a mi primer y mejor amigo. Y a partir de ese momento tú y yo somos otros, con nuestros antecedentes claro, pero hemos conseguido tener algo más grande, más fuerte: una verdadera amistad.
Puede que algunas veces esté tan metida en mis cosas que no me haya dado cuenta de que algo en ti no estaba bien, pero lo que no sabes es que me hace falta la mínima provocación para salir en tu defensa, y no tengo pensado dejar de hacerlo, asi que no me vengas con que quizás es mejor dejarme en ¿paz?, porque le quitarás el sentido a cada vez que levanté la voz por ti haciendo tambalear una relación tras otra. Y nunca te he dicho ésto porque no me parecía necesario, quizás ibas a sentirte culpable o vete tú a saber, y el caso es que yo lo tengo tan claro como el agua: o te aceptan o ya saben dónde está la puerta. Y podría llamarte y gritártelo para que de una vez por todas se te vayan las dudas pero, sinceramente, creo que con ésto tendría que valer, porque si echas un vistazo atrás en mi blog te darás cuenta de que no no hay muchas personas de las que pueda hablar así, y considerando que pueden pasar años sin que nos veamos, me parece todo un record. No lo eches a perder ahora...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Capulla, estoy para echarme a llorar!! (Y no lo haré xq mis padres aún están despiertos y podrían entrar, y sería vergonzoso para mí...)
¿Te vale con esto? NO, lo sé. Después de lo q tú acabas de hacer conmigo, mil palabras no significarían un buen agradecimiento...
Ahora mismo me tienes aturdido, por ti, por mí, por tus palabras, por las de mi hermano. ¡Qué difícil es todo! ¿Sabes? Lo primero q he leído ha sido "Granada" y "palabras de tu hno.". Así he adivinado q esto prometía. (...)
Dime, ¿eres tú capaz de sentir un abrazo de los míos? Te juro q si pudiera hacerlo, ahora mismo no sería el único q derramaría una lágrima en el hombro del otro, pq te conozco (casi más q a mí).
¿Culpa? Pues sí, la verdad. Poco a poco vamos consiguiendo vencer el daño q nos hicimos, y es paradójico q para eso no seamos raros, q cuanto más nos quisimos, más nos herimos. Eso sí, el tiempo fue sabio y nosotros conseguimos q terminara dándonos la razón. Y aquí estamos, tú en París, yo en Granada, y ambos soñando con Madrid más de una vez. Pero esta noche, déjame decirte "lo siento", "estoy contigo", "te quiero".
Buenas noches, canija mía.

*Pa dijo...

Creía q eras d ls q no lloraban =)
No lo sientas, fue el pasado, ya lo arreglamos, estamos en totro punto. Sólo quiero que sigas formando parte de mi presente. Nada más.

Anónimo dijo...

¡Y aquí me tienes!