Cantos rodados

La verdad es que da gusto levantarse asi, medio aturdida, sin saber qué hora es, sin necesidad de preocuparte por ello porque tu unica inquietud ahora es otra cosa. A veces a las tantas, otras antes de que salga el sol. Nada, excepto la sonnerie del teléfono, me rige el pulso. Es lo unico que consigue sacarme un poco de mi orbita, devolviéndome a la realidad con un tembleque que ya conozco pero que tenia adormilado gracias al tiempo, y porque segun cambio de desafio y paso el siguiente nivel, los miedos se relativizan solos, sin necesidad de cuadriculas o de terapias. Es a éso a lo que llamo "mi propia escala del Polo Norte", porque màs que ganas de trabajar tengo curiosidad por ver el desarollo de los acontecimientos, sean del tipo del tipo que sean. No sé en qué momento decidi sentirme bien entre los màrgenes poco definidos de esta lucha, una rosa con espinas que ha terminado por convencerme de que para hacer mejor las cosas no necesito estar en contra de un sistema politico, ni contra ti, si no contra mis propias inseguridades. "La reina de las causas perdidas" me solia llamar, con esa sonrisa a medias que me daba fuerzas, porque no era ni critica ni burla, si no una manera muy suya de apoyarme, pues en un momento dado èl también fue rebelde, pero llego a una edad en la que se hizo mayor (o le pidieron que lo fuera) y supongo que para no tirarlo todo por la borda la mejor de las opciones era impregnarme sus ganas por donde quiera que ibamos, con la certeza de que soy tan cabezona cuando creo en algo que en mi seria posible. Es probable que ahora piense en mi tanto como yo en él: poco y cada vez con menos frecuencia, pero con la misma ternura de aquella vez en la que charlàbamos a una hora màs que indecente, en algun rincon de Champs Elisées.